miércoles, 31 de agosto de 2011

60 años de la OIM.

El día de hoy aparece en el prestigiado diario The New York Times [1], una nota resaltando la importancia de las organizaciones internacionales que atienden el fenómeno de la migración desde distintas aristas. Un ejemplo a destacar, es la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) cuyo mandato es exclusivo de los temas migratorios, y se ha ido plegando a las necesidades que este fenómeno global demanda en diferentes partes del mundo.

La OIM, es una organización intergubernamental, es decir, surge de la iniciativa y conveniencia de los gobiernos; se creó en 1951 y desde entonces ha colaborado muy de cerca con algunas otras agencias de la ONU, como PNUD, ACNUR, UNFAP; incluso, contantemente se agrega dentro de las agencias onusianas, lo cual es un error.

Pues, si bien es cierto que la OIM, podría asemejarse a las agencias de la ONU, ésta tiene una raíz distinta, ya que no surge del seno del acuerdo ONU y sí, como iniciativa de un grupo de países, ¿Cuáles? los más poderosos, los más ricos y a los que más les afecta el fenómeno migratorio internacional; llegando al acuerdo de financiar la OIM.

Esto propició que desde sus inicios, la organización corriera el riesgo de guiarse por ciertos intereses, los que no necesariamente parecían en beneficio de las migraciones.

Sin embargo, se debe reconocer que la OIM, es la única organización internacional que ha logrado tener presencia global en este tema, tejiendo alianzas cada vez con más gobiernos, otras organizaciones e incluso con actores privados que financian proyectos en materia migratoria.

Al día de hoy, la OIM cuanta con 132 Estados miembros y 97 observadores, es decir, más que los 193 miembros de ONU. Cuenta con alrededor de 400 representaciones en todo el mundo y una platilla de 7,300 trabajadores. [2]

En México, se inauguró la representación de la OIM en 2005, y en tan sólo 6 años, se cuenta ya con oficinas en San Cristóbal de las Casas, Chis. Y Ciudad Juárez, Chih. Próximamente, se tienen planes de abrir una oficina más en León, Guanajuato (entidad con mayor expulsión de migrantes en el país).[3]

Todo este capital, no merece para nada el descrédito, ya que a través de diversos proyectos migratorios la OIM coadyuva a la gestión de las migraciones en todo el mundo y como se puede ver también en México.

Si en nuestro país, el tema migratorio está en la mesa de discusión y en algunos casos (aunque los menos) de acción, fortalecer alianzas con una organización de semejante experiticia migratoria es básico, pues sin duda aportará una más eficiente atención de la migración internacional.



[1] http://www.nytimes.com/2011/08/31/world/asia/31migrate.html?ref=world

[2] http://www.60years.iom.int/index.php

[3] http://www.oim.org.mx/index.php?acc=BreveH

lunes, 15 de agosto de 2011

La migración de sonorenses a California (1848-1856)

    En octubre de 1848, mineros de Sonora, México, comenzaron a emigrar en una cantidad considerable a las minas del sur de California, empezando lo que sería la gran migración de sonorenses de 1848-1856. El éxodo de 1848 recibió ímpetus mediante el descubrimiento de oro en California, atrayendo a mineros de diferentes partes del mundo, entre los que se encontraban mineros de Sonora. En la primera caravana de sonorenes, los mineros que contaban o no con capital y ayuda, dejaron Hermosillo. Los periódicos mexicanos informaban de los descubrimientos, y las noticias llegaban hasta Sonora mediante cartas y de boca en boca.
    Aunque la migración comenzó lentamente, pronto llegó a proporciones de estampida. Se estimó que en enero de 1849, más de 3,000 sonorenses habían llegado y se esperaba a más de 20,000 para abril o mayo. Aunque hay quienes dicen que estas estimaciones fueron excesivas.



Construcciones mineras de la Compañía de
Productos Lime de los Estados Unidos
  
     Hasta agosto de 1849, cerca de ocho meses, muchos de los sonorenses, llamados "goldseekers" (buscadores de oro) viajaron al norte, llevando a sus familias con ellos. Para protegerse de los indios en su ruta, iban en caravanas de grupos de 30, 40 ó 60, como regla general. La población en Sonora comenzó a disminuir, incluso se habla que en mayo de 1849, algunos pueblos de no tenían adultos varones suficientes que residieran ahí para ocupar las vacntes de las oficinas municipales.
   Aún y cuando se requerían pasaportes para salir, pero muchos no obedecían esta regla. Se habla de que 10,000 sonorenses  emigraron, aunque hay que considerar que los americanos tendían a agrupar a todos los inmigrantes hispanhablantes (españoles, peruanos, chilenos, mexicanos, e incluso nativos de California).
    Muchos sonorenses regresaron a México a finales de 1849, ya que las condiciones en California eran malas, había ataques frecuentes y fricción ente los mineros americanos y los mineros extranjeros, lo que hacía las condiciones de vida en las minas incómoda e incluso peligrosa, especialmene para los hispanohablantes. Se acusaba a los sonorenses y a otros mexicanos de estar excavando el oro para llevárselo a su país, robando a los americanos de lo que les era suyo por derecho.
   Hubo muchas razones para que los sonorenses volvieran: los que no encontraron mucho oro, los que perdieron sus bienes en juegos de apuestas, los que temían al rigor del invierno de California, todos ellos regresaron. A su regreso a México, ya fuera con o sin oro, se enfrentaron a serios problemas. Los que no tenían fondos, tenían que regresar a México sin ayuda del gobierno, aún y cuando éste se las había prometido con anterioridad.
Los sonorenses no eran populares en las minas californianas  porque no sólo se encontraban en todas partes, sino que hacían todo: excavar, vender oro y herramientas, ofrecían buena competencia tanto vendiendo mercancía como en el trabajo de las minas. Por ello las minas se iban llenando cada vez más y se volvía difícil encontrar oro fácilmente. Fue entonces que otros extranjeros estaban comenzando a atacar a los hispanohablantes (irlandeses, ingleses, australianos y alemanes, aún y cuando estos no hablaran bien el inglés).
A partir de 1852 la antiptía crecía hacia los chinos en las minas, entonces la discriminación comenzó a dirigirse hacia ellos en lugar de hacia los hispanohablantes.



Fuente:
Colette, M. (1996). The Sonoran Migration to California, 1848-1856: A Study in Prejudice. En: D. Gutiérrez (Ed.). Between Two Worlds. Mexican Immigrants in the United States. Estados Unidos de América: Jaguar Books. pp. 3-21